domingo, 6 de mayo de 2012


PENSAMIENTOS FUNDAMENTALES DE PESTALOZZI

Quien aborda el acostumbrado “mito Pestalozzi”, por regla general, se encuentra con la imagen de un magnánimo donador de limosnas, de un sentimentel amigo de los niños, de un meditabundo reformador de la educación y, sobre todo, de un soñador torpe que no consiguió nada en el aspecto económico. Sólo los muy interesados y especializados en el ámbito pedagógico e histórico y – si se llega a ello – tambíen en el ámbito filosófico, económico, literario y sociológico, conocen la herencia literaria extremadamente amplia que en la Edición Crítica Completa (a pesar de importantes pérdidas) comprende un total de 45 volúmenes, y están familiarizados con los discernimientos y los razonamientos de Pestalozzi. En lo que sigue, los pensamientos fundamentales de Pestalozzi son presentados a manera de bosquejo en sus rasgos fundamentales más esenciales. Arthur Brühlmeier ha elaborado, para ello, cinco ámbitos temáticos:

Antropología
En el año 1782, Pestalozzi escribió en una carta al Pastor Mieg: "Mi único libro que estoy estudiando desde hace años es el ser humano; sobre él y sobre la experiencia con él y de él  estoy construyendo toda mi filosofía" (PSB, 154), y su célebre "Atardecer de un eremita" (Abendstunde eines Einsiedlers) comienza con la pregunta central: "¿El ser humano, en su esencia, qué es?" (PSW 1, 265). Es efectivamente una característica destacada de Pestalozzi el hecho de que, como político, dedujo su teoría social y los principios políticos que en ella se basan y, como  pedagogo, dedujo su teoría de la educación consecuentemente de aquella imagen del ser humano que llevaba dentro.
Aunque esta imagen del ser humano para él no es en absoluto algo establecido como conjunto fijo para siempre, el total de su filosofía antropológica está marcado, sin embargo, por unos pocos supuestos fundamentales, de los cuales se deducen sus posiciones en materia de teorías sociológicas, políticas, pedagógicas, teológicas y psicológicas.

 Estado
Desde la temprana juventud era la intención de Pestalozzi ser activo "para la patria", es decir en la vida pública, y durante toda su vida se esforzó por entender la naturaleza y el funcionamiento de un Estado ideal. Sus razonamientos político-filosóficos están formulados en numerosos escritos, empezando por el escrito temprano "Sobre la libertad de mi ciudad natal" (Von der Freiheit meiner Vaterstadt) (1779), pasando por "Investigaciones" (Nachforschungen) (1797) y la "Inocencia" (Unschuld) (1815) hasta el "Discurso de Langenthal" (Langenthaler Rede) (1826).
Pestalozzi ve en el Estado una institución que se deduce lógicamente de la naturaleza del hombre. En las "Investigaciones" (Nachforschungen) describe al hombre como un ser contradictorio. Esto radica en el hecho de que la existencia humana se desarrolla en tres maneras de ser diferentes: natural, social y – si el hombre opta por ello – moral. Para reconocer la significación del Estado, hay que aclarar sobre todo  la relación entre el estado natural y el social.


Pobreza
En el curso de su vida, Pestalozzi se ha ocupado de muchos problemas: de la economía en general y de la agricultura y la industria algodonera de modo especial, de política, antropología, formación y educación, filosofía del  conocimiento, jurisdicción, ejecución de la pena, costumbres públicas, religión y otros más. Muchas cosas sólo le preocupaban temporalmente, pero un tema no le abandonó durante toda su vida: la pobreza. En sus años de joven ya manifestaba con firmeza "que la búsqueda de los caminos de cómo la educación del pobre podía ser facilitada y, mediante institutos sencillos, sin duda conseguida, iba a ser la única empresa de (una) su vida" (PSW 1, 185). Y cuando, a la edad de 81 años, yaciendo en el lecho de muerte, hundido en profunda tristeza sentía como destruída la obra de su vida, lamentó la suerte de los pobres: "¡Y mis pobres, los pobres oprimidos, despreciados y marginados! ¡Pobres, también se os abandonará y se os discriminará como a mí!" (Walter Guyer, Pestalozzi, eine Selbstschau, Zurich 1926, pg. 173).


Religión
En su casa paterna, Pestalozzi recibió una educación religiosa rígida y recibió, además, muchos impulsos religiosos de su abuelo, que era pastor protestante en Höngg. Mas la educación pública en las escuelas municipales de Zurich estaba, en aquel tiempo, todavía claramente marcada por la religiosidad. Así no es de extrañar que el joven Pestalozzi pensase hacerse pastor, y esto tanto más, por cuanto –  siendo ciudadano de Zurich – este oficio en principio le estaba abierto. Después, sin embargo, abandonó esta intención – tal vez por el hecho de que una vez, cuando tuvo que rezar el "Padre nuestro" en público, se tuvo que reír constantemente – pero, a pesar de ello, siguió siendo un hombre religioso de por vida, siempre convencido de que el hombre tiene que responder de su vida ante Dios.


Educación / Formación
Para Pestalozzi, el fin de toda educación es el hombre moral. Éste trata de lograr el bien, aspira al amor, está arraigado en la fe y pospone su egoísmo siempre que le es posible. Se siente interiormente libre para querer el bien y es, por ello, "obra de sí mismo".
También Pestalozzi sabe que: No es fácil vivir como hombre moral, porque en la naturaleza humana existe una tensión. Por un lado, actúan los instintos y el egoísmo, porque la "naturaleza sensitiva, animal" le manda al hombre aspirar al placer y evitar toda desgana (falta de placer). A esto se oponen, por otro lado, la conciencia y el mejor discernimiento. Son expresión de la "naturaleza superior, eterna, divina" y le permiten al hombre reconocer que, cuando deja que la naturaleza animal siga su rumbo libremente, se produce querella, lucha, falta de amor, guerra y miseria, y la vida se queda sin plenitud auténtica. Es, pues, una de las convicciones más fundamentales de Pestalozzi que al individuo sólo mediante la educación se le hace posible satisfacer su vocación superior y despertar en sí mismo la vida moral.

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